Vélez Sarsfield cerró una semana memorable tras eliminar a Boca de la Copa Argentina, superando luego por 1 a 0 a Sarmiento de Junín, consolidándose como firme candidato para conquistar la Liga Profesional. El equipo de Liniers lució en sus camisetas el número 30, en conmemoración de las tres décadas de su histórico triunfo en la Copa Intercontinental de 1994 frente al Milan, cuando se impuso 2 a 0 con goles de Trotta (penal) y Asad. En este partido, Aquino anotó de penal para emular ese recuerdo, y Pizzini estuvo cerca de replicar el 2 a 0, estrellando un remate en el travesaño.
La juventud del equipo dirigido por Quinteros fue evidente: la mayoría de los titulares ni siquiera había nacido cuando Vélez alzó aquel trofeo en Japón. Figuras como Thiago Fernández (20 años) y Valentín Gómez (21 años) representaron a una generación que apenas comenzaba su historia en el fútbol. Solo Michael Santos, del banco de suplentes, había nacido antes de 1994. Este plantel juvenil, sin embargo, demostró madurez al resolver con oficio su compromiso ante Sarmiento tras la gran muestra de carácter contra Boca.
El equipo de Liniers ganó de manera sólida y merecida. Aunque no brilló, manejó bien los tiempos, generó las llegadas más claras y apenas permitió dos aproximaciones de peligro al rival: un remate cruzado de Burgoa y un revuelo tras una salida en falso de Marchiori.
En defensa, destacaron los centrales y los laterales Elías Gómez y Joaquín García, quienes también fueron clave en ataque. Vélez controló a Nicolás Gaitán, el motor creativo de Sarmiento, y dominó el partido pese a la falta de precisión en los metros finales. El gol llegó tras un penal cobrado por una mano de Morales, ejecutado impecablemente por Aquino, con un disparo fuerte y colocado contra el palo.
Con este triunfo, Vélez amplió su ventaja en la tabla, sacándole 5 puntos a Huracán y Racing y 6 a Talleres, que tienen un partido menos. Con dos partidos restantes en el campeonato (contra Unión y Huracán) y una final de la Copa Argentina en el horizonte, el equipo de Liniers sueña con el doblete. Y tiene argumentos para lograrlo.
