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Mucho cuento y poco antivirus

¡Increíble pero real desde un computadora domestica!: La ministra Bullrich tiene que meterse el ciberpatrullaje en el bolsillo le hackean a la PSA y desaparecen los sueldos

La Policía de Seguridad Aeroportuaria, hackeada y con sueldos desaparecidos, mientras el equipo de Patricia Bullrich se mantiene en silencio.

Policiales

El gobierno de Javier Milei y su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, vuelven a quedar en el ojo de la tormenta tras una seguidilla de hackeos que no solo expusieron información confidencial de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), sino que también dejaron a los efectivos con descuentos inexplicables en sus salarios. El episodio revela la precariedad y el abandono en la gestión de la seguridad digital del Estado.

Un hackeo que dejó secuelas

La PSA, encargada de prevenir amenazas terroristas en los aeropuertos, fue víctima de un ciberataque que filtró la nómina de sus efectivos. Pero el escándalo no terminó ahí: cientos de trabajadores descubrieron que sus recibos de sueldo incluían descuentos fraudulentos, disfrazados como aportes a mutuales inexistentes. Las cifras descontadas oscilaron entre 2.000 y 5.000 pesos, lo que deja entrever un esquema de robo hormiga que nadie parece querer explicar.

Un apagón informático de más de una hora marcó el inicio del caos. Aunque los técnicos lograron restablecer el sistema, el episodio fue silenciado para evitar exponer la debilidad estructural de los sistemas de seguridad estatales. Desde dentro de la PSA, las voces apuntan a la falta de inversión, un presunto vaciamiento en el área de contrainteligencia y hasta posibles complicidades internas.

Seguridad en venta

El hackeo a la PSA no es un caso aislado. Previamente, ya se habían registrado vulneraciones en sistemas como Mi Argentina y la Policía de la Ciudad, además de intentos contra la Policía Federal y el Hospital Churruca. Este panorama de inseguridad tecnológica pone en riesgo no solo a los efectivos, sino también a la ciudadanía, ante la posibilidad de que los datos sustraídos sean vendidos en la dark web.

Mientras tanto, los afectados se ven obligados a gestionar reversiones y «stop debits» en el Banco Nación, que parece haber quedado como el último eslabón de un sistema que no funciona. Sin embargo, la responsabilidad principal recae en la PSA, cuyo manejo de los recibos de sueldo resulta tan precario como alarmante.

Filtraciones y planes fallidos

A esto se suma otra filtración reciente que expone el plan de Bullrich para convertir a la Policía Federal en una suerte de “FBI argentino”. El documento, que debería haberse anunciado oficialmente a fin de año, ya circula en público. El esquema propone una reestructuración profunda con reducción de superintendencias, eliminación de jerarquías y una simplificación que no convence ni a los propios efectivos.

La seguridad, lejos de ser fortalecida, parece quedar cada vez más expuesta en manos de una gestión que prioriza la improvisación sobre la planificación. Mientras los hackeos se multiplican y los sistemas colapsan, la ciudadanía sigue pagando los platos rotos de un gobierno que ni siquiera puede proteger a sus propios efectivos.

En este contexto, las promesas de modernización suenan vacías frente a una realidad que evidencia recortes, abandono y desidia. La seguridad no se construye con discursos, y el caos actual en las fuerzas lo deja más que claro.

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