Los resultados fueron contundentes y nadie se puede hacer el distraído. Todos, todas y todes sabían lo que representa el gobierno de Milei
«El país y su pueblo cambalache»: Buenos Aires le dio la espalda a los jubilados, las universidades y los discapacitados
No hacen falta análisis. No hay motivos para buscar una segunda o tercera lectura. Nadie puede alegar confusión, enojo o desconfianza generalizada en el sistema político. El pueblo argentino —sí, el pueblo— ratificó el rumbo y le entregó a Javier Milei un cheque en blanco que, probablemente, termine endosado a los Estados Unidos, que ya tiene intervenida nuestra economía y poco a poco se quedará con la totalidad de nuestros recursos.
En la provincia de Buenos Aires se acabó el argumento de las tres derrotas consecutivas del mileísmo. Hoy el presidente puede mostrarse ganador de punta a punta, aun a pesar de la falta de obras, de la quita de recursos para docentes y para seguridad, del estado de abandono total de los organismos públicos y de la desidia frente a situaciones de emergencia como las inundaciones en Bahía Blanca, distrito donde —por cierto— La Libertad Avanza ganó incluso el 7 de septiembre.

En términos absolutos, Milei logró aumentar su caudal de votos en más de diez puntos a nivel nacional respecto de la primera vuelta de 2023, y prácticamente duplicó su apoyo en territorio bonaerense. En ambos casos, sin embargo, los resultados se explican en parte por su alianza —formal o tácita— con el PRO de Mauricio Macri.
La diferencia es que esta vez nadie puede hacerse el distraído. Nadie puede decir que no sabía cuáles eran los objetivos del gobierno liberal-libertario ni sostener que confiaba en que las medidas más extremas del ajuste serían solo retórica.
El mensaje de las urnas fue contundente. Argentina en general, y la provincia de Buenos Aires en particular, le dijeron no al aumento a los jubilados, no a las pensiones para personas con discapacidad, no al financiamiento de las universidades públicas y no a la entrega gratuita de medicamentos oncológicos. El ajuste no lo paga la casta: lo pagan los sectores más desprotegidos de la sociedad. Y, una vez más, los argentinos y argentinas decidimos ratificar ese rumbo.
El gobierno de Axel Kicillof —gran triunfador el 7 de septiembre, pero claramente derrotado este 26 de octubre— deberá decidir ahora la orientación de su gestión. ¿Escuchará el gobernador el mensaje de las urnas y dejará de financiar obras públicas, hospitales, escuelas, rutas y medicamentos, como reclama el electorado? ¿O lo ajustado del resultado le permitirá insistir con un modelo que hoy está en franca pérdida de apoyo popular?

































